En 2025, la economía global se enfrenta a un escenario complejo marcado por un crecimiento por debajo de su potencial histórico y por profundas divergencias entre regiones. Las previsiones más recientes del Fondo Monetario Internacional, Morgan Stanley y la UNCTAD muestran variaciones que oscilan entre el 2,3% y el 3,3%, niveles que se sitúan por debajo de la media de las dos últimas décadas. Este contexto refleja desafíos estructurales heredados de la pospandemia, junto con tensiones políticas que afectan la confianza de inversores y consumidores en todo el mundo. Entender estos datos es clave para diseñar estrategias de política económica robustas y adaptadas a un entorno volátil.
En este artículo desglosaremos los principales indicadores, las tensiones comerciales, los riesgos financieros y los desafíos estructurales que definirán la trayectoria económica hasta 2026. Analizaremos cómo la inflación, la política monetaria y los déficits fiscales interactúan con los flujos de comercio internacional y las cadenas de valor globales. También abordaremos el impacto regional en economías desarrolladas y emergentes, así como las claves para impulsar la mayor resiliencia ante shocks externos en un entorno cada vez más fragmentado.
Las previsiones del FMI sitúan la expansión global en un 3,3% para 2025 y 2026, por debajo de la media histórica del 3,7% registrada entre 2000 y 2019. Morgan Stanley prevé un crecimiento algo más bajo, del 2,9% en 2025 y 2,8% en 2026, atribuyendo esta ralentización a la intensificación de las políticas arancelarias en Estados Unidos y al endurecimiento del comercio internacional. Por su parte, UNCTAD estima un avance del 2,3%, una cifra que ronda el umbral asociado a fases recesivas globales.
Este panel de estimaciones pone de manifiesto la fragmentación del panorama económico mundial y la necesidad de monitorear cuidadosamente la evolución de la demanda agregada, los flujos de inversión y los precios de las materias primas.
La imposición de aranceles del 25% sobre el acero y aluminio importado a Estados Unidos, así como del 10% a productos chinos, ha desatado represalias por parte de varios socios comerciales. Este resurgimiento del proteccionismo presiona a la baja el comercio internacional y amenaza con erosionar la cooperación multilateral existente. Las economías que dependen de cadenas globales de valor han empezado a replantear sus estrategias de suministro, buscando mercados alternativos y mecanismos de diversificación que reduzcan su exposición a medidas restrictivas.
El FMI y la UNCTAD advierten que un aumento continuado de las barreras arancelarias podría reducir la inversión extranjera, interrumpir los flujos comerciales y debilitar el crecimiento global en el corto y mediano plazo.
El Índice de Incertidumbre de Política Económica alcanzó en 2025 su nivel más alto del siglo, evidenciando dudas generalizadas sobre decisiones gubernamentales y tensiones geopolíticas. En abril, el llamado “índice del miedo” (VIX) tocó su tercer registro histórico más elevado, solo superado por los picos de 2008 y 2020. Esta volatilidad extrema en los mercados bursátiles globales ha llevado a ajustes abruptos en carteras de inversión y a un incremento en los costes de financiación.
Las empresas y los gobiernos deben preparar instrumentos de cobertura y diseñar escenarios de contingencia para mitigar el impacto de la volatilidad, especialmente en sectores altamente sensibles como el tecnológico y el financiero.
Después de un periodo de alta inflación postpandemia, las perspectivas apuntan a una moderación de precios hasta un 2,1% en 2025 y un 2% en 2026, impulsada por la caída de la demanda y la apreciación de ciertas monedas. Sin embargo, la Reserva Federal de Estados Unidos mantendrá tasas elevadas hasta marzo de 2026, mientras otros bancos centrales inician recortes graduales. Esta divergencia de estrategias monetarias introduce nuevos desafíos para los flujos de capital y los tipos de cambio.
Al mismo tiempo, los principales bloques económicos afrontarán déficit fiscales en niveles sin precedentes al aumentar el gasto público para sostener la actividad y financiar inversiones en infraestructuras y defensa.
El repliegue de cadenas de valor y la búsqueda de relocalización y nearshoring de cadenas ha alterado profundamente la arquitectura del comercio internacional. Las empresas incorporan factores de resiliencia en sus modelos productivos, priorizando la proximidad geográfica y la flexibilidad operativa por encima de la reducción máxima de costos. Este proceso, aunque costoso a corto plazo, puede fortalecer la capacidad de respuesta ante crisis futuras.
Estados Unidos, con un crecimiento sólido en comparación con otras grandes economías, enfrenta el desafío de equilibrar sus políticas proteccionistas con la necesidad de mantener abiertas las rutas de comercio. China, por su parte, sufre el impacto de aranceles y una ralentización interna, lo que refuerza su impulso hacia la independencia tecnológica y la diversificación de mercados.
Europa se prepara para un aumento del gasto en infraestructuras y defensa, con Alemania afrontando déficits históricos. Las economías emergentes, especialmente en América Latina, son más vulnerables a shocks externos y riesgos financieros, y deben fortalecer sus reservas y marcos de política para evitar crisis de deuda.
De cara a 2025, existen varias variables críticas cuyo comportamiento podría alterar significativamente el rumbo de la economía global. A continuación, los principales riesgos a tener en cuenta:
Para afrontar estos desafíos, los gobiernos y las instituciones multilaterales deben implementar medidas coordinadas y de largo plazo. Estas políticas deben enfocarse en diversificar las relaciones comerciales, reforzar la inversión en áreas estratégicas y mejorar los mecanismos de gestión de crisis.
En síntesis, el periodo 2025-2026 exigirá un enfoque equilibrado entre sostenibilidad y digitalización de la economía para impulsar un crecimiento inclusivo y estable. La clave estará en la colaboración internacional, la adaptación a nuevas dinámicas comerciales y la anticipación de riesgos. Solo así será posible construir un entorno con mayores niveles de resiliencia y oportunidades compartidas a escala global.
Referencias